Estamos en Turquía, país puente entre dos continentes, donde el estrecho del Bósforo, los 32 km marítimos más transitados del mundo, divide la ciudad de Estambul en dos (lado Europeo y lado Asiático), formando el famoso Cuerno de Oro, un puerto natural espectacular sobre el que los rayos del sol al atardecer emiten diferentes tonalidades doradas.
Este hermoso país es un pedazo de tierra casi rodeado de agua por todas partes, en sus límites tiene el mar Mediterráneo (por el sur) el Mar Egeo (en el oeste) y el Mar Negro y el Mármara (en el norte) con una naturaleza marina diferente y única en cada uno de ellos.
Pero la belleza natural de Turquía no se queda allí. Los montes, valles, lagos, formaciones de piedra, cuevas, hacen una geografía única dotada de una naturaleza desbordante que muchas veces nos hace sentir que estamos fuera del planeta tierra, que lo que vemos es el resultado de una creación de extraterrestres y dioses que se pusieron de acuerdo.
En nuestra ruta hacia Irán recorrimos el norte del país de este a oeste, de la frontera con Grecia a la frontera con Irán, a través de montañas majestuosas mezcla de aridez y vegetación, estepas infinitas, escarpados desfiladeros y una vegetación con la gama más completa de verdes que pueda uno encontrar.
Casi llegando a la frontera , con Irán nos encontramos con El Monte Ararat 5165
metros, el más alto de Turquía, imponente, flotando en el horizonte. Es tan especial la visión del Ararat, que desde donde lo mires tiene un manto oscuro, una bruma a sus pies que produce el efecto de una cúpula blanca escurriendo nieve hasta un punto que nunca toca la tierra, sino que se mantiene vigilante sobre lo que lo rodea y hasta donde sus confines alcanzan, todo El Valle de Van. Por alguna razón se dice que allí está el arca de Noé.
Mirándolo interiorizamos porqué nuestros antepasados hace 8000 mil años crearon la religión Mithra adorando estas maravillas únicas de la naturaleza.
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Hermosas fotografías .
Bellísimos paisajes una maravillosa experiencia !