Berlin II
Hay dos palabras que tan pronto llegas a Berlín se escuchan en el aire: los nazis y el muro.
Es para mí, la oportunidad de clarificar una parte del conflicto armado más grande y sangriento de la historia universal con 60 millones de víctimas.
La palabra Nazi forma parte del aire de Alemania entre 1933 a 1945 cuando el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler gobernó el país. El racismo especialmente el antisemitismo fue una de las características centrales de su política oficial. Los alemanes eran considerados una raza pura (arios) y por lo tanto los judíos y otros grupos fueron perseguidos y asesinados terminando en el holocausto de más de 11 millones de personas.
El fin de la Segunda Guerra Mundial y de la era Nazi en Alemania, trajo como consecuencia que los aliados (estadounidenses, franceses y británicos), y los soviéticos dividieran Alemania en 4 zonas, una para cada uno.
Inicialmente la frontera entre ellos estaba abierta y sin vigilancia en la mayor parte de su recorrido, pero las malas relaciones entre los soviéticos y los aliados fueron complicándose cada vez más hasta crear en 1949 dos monedas, dos ideales políticos y dos Alemanias: La República Federal Alemana (los aliados) y República Democrática Alemana (los soviéticos). Desde 1952, Alemania Oriental instaló alambres de espino y aumentó el número de vigilantes en la frontera hasta cerrar el paso que separaba los dos bloques antagónicos en los que se dividió el mundo durante la Guerra Fría. La reunificación de las dos Alemanias empezó con la caída del muro en Berlín.
En la división de Alemania, Berlín quedó ubicada en el lado este como una isla dentro de la República Federal Alemana de los soviéticos. Sin mucho agrado todos tuvieron que aceptar dividir Berlín, sin muro, también en cuatro zonas (igual que toda Alemania: 3 para los aliados y una para los soviéticos). La historia del muro de Berlín empieza cuando la economía la URSS cada vez más en declive ve que en 10 años más de tres millones de alemanes del lado oriental se pasan al occidental; entonces deciden en 1961 levantar un muro circular provisional (si, esa era su forma, yo tampoco lo sabía), de 155 km de alambrada y dejar solo 12 puntos abiertos de control. Y como no hay nada más permanente que lo temporal, esta pared terminó por convertirse en un muro de casi 4 metros de alto con varillas de acero en su interior y con una superficie semiesférica en la parte superior que hacía imposible pasarlo. Acompañando al muro se creó la llamada “franja de la muerte”, tierra de nadie, que básicamente era un espacio, con torres de control, sistemas de alarmas y patrullaje durante las 24 horas del día. Cualquiera que lograse llegar a esa zona era inmediatamente baleado.
Esta historia se cuenta pero ya no existe; fue destruida al final de la guerra, o derribada por ciudadanos ansiosos de libertad.
El sitio del búnker de Hitler donde supuestamente se suicida junto a Eva Brown, está cubierto hoy por un parqueo rodeado de viviendas que se construyeron en los 70 para gente afín al partido y hoy son pisos vacacionales pertenecientes a empresas. Algo similar sucede con los edificios de los Ministerios de la época nazi, que están completamente vacíos, sólo ocupada la planta de la calle con comercio.
El checkPoint Charlie el control más famoso de los pasos fronterizos es desde el 2000 una reconstrucción de la caseta y se ha convertido en uno de los sitios más turísticos y fotografiados de la ciudad.
Los sitios de información Nazi donde todo se reduce a fotografías y párrafos explicativos. Por ejemplo la quema de más de 20,000 volúmenes considerados peligrosos, la historia del nazismo, la ocupación americana, los juicios a los nazis y la caída del muro y las fronteras.
El Monumento al holocausto judío es un campo de 19 mil metros cuadrados en el centro de Berlín que nos produce la sensación de movernos sin salida entre losas de hormigón que no llevan a ninguna parte y que rompen el razonamiento humano con un sentimiento de tristeza y dolor que sentimos al caminar entre estas 2711 estelas. Al tener todo el mismo tamaño percibimos seres humanos iguales a nosotros con pequeñas diferencias expresadas por el arquitecto Peter Eisenman en la inclinación y la altura de las losas.
El Monumento “Madre con hijo muerto”, La Pietá de Kathe Kollwitz a las víctimas de la guerra y la violencia es un sitio conmovedor, sin duda uno de los rincones más estremecedores. La figura está colocada sobre las cenizas de un soldado desconocido, de una víctima anónima de un campo de exterminio nazi, de tierra de campos de batalla y de campos de concentración. Es sobrecogedor todo el ambiente, ya que la escultura está colocada justo abajo de un tragaluz, expuesta a las inclemencias del tiempo y la madre sigue siempre allí protegiendo el cuerpo sin vida de su hijo.
Sentimos gran alegría cuando nos vamos y escuchamos en el aire la palabra Libertad, cuando vemos en nuestro recorrido a muchos grupos de jóvenes de colegio con sus profesores en los centros de información Nazi, y sabemos de la obligación de cada estudiante de ser llevado por lo menos una vez a un campo de concentración nazi, al confirmar que no se tumba nada, que hay un No al olvido, que lo nuevo se construye sobre lo viejo para nunca olvidar el horror de la guerra y sus huellas.
Estremecedor lo que nos cuentas. Me parece muy importante eso que dices al final: hay una reconstrucción permanente pero nunca se permiten olvidar la historia de horror de la que fueron protagonistas.
Ojalá, nosotros los Colombianos, algún día entendamos el valor del perdón y la promesa de no olvido como requisito para no repetir nuestra trágica historia.
Es importante sobretodo que no permitamos que las nuevas generaciones olviden.
Gracias por compartir con todos nosotros tus increíbles vivencias. Un abrazo
Gracias por tu comentario que nos aporta tanto a nosotros que igual tenemos una historia de horror.