La Montaña Arcoíris

Una experiencia dura es estar a más de 3.000 metros de altura en Cusco, donde el té o los caramelos de las hojas de coca te ayudan a no desfallecer y otra mucho más fuerte es subir a los 5.200 metros a la Montaña de los Siete Colores, Montaña Arcoíris, Montaña de Colores, Cerro Colorado, Vinicunca o Winikunka, como se le conoce a esta maravilla de la naturaleza que es catalogada como uno de los 100 lugares que una persona debe visitar antes de morir. El otro sitio en el mundo donde se encuentra una versión similar es al norte de China en el Parque Geológico Nacional Zhangye Danxia donde aparecen cientos de rayas cromáticas en las rocas.

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Decidimos hacer el esfuerzo de levantarnos a las cinco de la mañana y  tomar carretera por 2 horas y media para llegar al lugar de inicio del ascenso, porque nos informaron que se podía subir a caballo o a pie. Cuando llegamos a la falda para iniciar el recorrido nos encontramos con un espectáculo tan pintoresco que solamente ver eso valía la pena: indígenas de las comunidades que viven alrededor de la montaña y que eran deprimidas hasta el año 2016 cuando se crearon las rutas de acceso, generándoles un cambio de vida con esta gallinita de los huevos de oro que les ha permitido tener no sólo mejor ingreso a través de una cooperativa, sino también capacitación para convertir el ascenso a caballo en una experiencia organizada, tranquila y segura. Así que nos acercamos al grupo de más de 100 personas cada uno dueño de su caballo que suben a pie llevando ellos lentamente al turista a cabestrillo y luego bajan corriendo para alcanzar a conseguir otro viaje ya que la subida por cuestiones  climáticas se realiza solo hasta el mediodía.

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La experiencia alucinante de la naturaleza empieza de una vez cuando te encuentras rodeado de montañas multiformes, picos nevados, valles donde pastan ovejas y llamas y una danza sinfín de nubes en las alturas acercándose y alejándose a medida que vas subiendo. Después de 45 minutos de estar arropados y absortos en esta belleza más que natural llegamos  al campamento base donde finalizan su recorrido los caballos y quedan unos 500 metros para descubrir a Vinikunka. Subir esos metros andando a esa altura cuesta más de lo que uno se imagina, pero a medida que vas avanzando empiezas a ver colores que se asoman y poco a poco, tan lento como caminas se abre una visión multicromática indescriptible: Siete colores base con sus tonalidades: el rosado por la arcilla roja, el blanquecino rico en carbonato de calcio, el rojo por el hierro, el verde por sustancias ricas en ferro magnesiano, el pardo terroso de roca con magnesio y el amarillo mostaza por las areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados.

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En esos momentos recordaba a nuestra nieta que cuando era pequeña y con su inteligencia siempre buscaba la claridad y la certeza, pero como en su mente aún la realidad y la fantasía se fundían, cuando escuchaba algo extraordinario o maravilloso preguntaba : Es en REAL abuelita ? Así estábamos, pregúntanos si nuestra imaginación o el mal de altura nos hacían alucinar tanta belleza!

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Los 7 Km de regreso sí los hicimos caminando, porque a medida que bajas de esas alturas recuperas la energía y puedes volver a disfrutar cada pedazo del camino, estábamos cada uno en su proceso de interiorización de lo percibido por nuestros sentidos. En un trayecto Carlos se quedó filmando y yo seguí unos metros adelante y cuando volteé a ver si ya venía, no podía creer lo que vi!  Estaba de espaldas abrazando una mujer y otra mujer tomándoles una foto, no sabía que hacer si seguir mi camino o ir a decirle: perdón señor creo que usted se equivocó de mujer. La versión que recibí fue que ella le preguntó su edad y cuando se la dijo le pidió tomarse una foto de recuerdo y su cara inexplicable de seriedad era debida a que a él no le quedó la estampa con la hermosa brasilera.

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