Carretera

Nuestra apreciación de las carreteras y su mundo parte de haber recorrido 8,000km durante un mes por el noroeste  centro y sur este  del país.

Diría que el 60% de las carreteras tienen buen pavimento y están bien demarcadas, el resto, a las cuales aún no se ha hecho trabajo de repavimentación están quebradas, con muchos huecos, su superficie rugosa y muy ondulada que hace la conducción muy incómoda. Hay una pequeña parte especialmente en rutas alternas que la carretera es francamente mala, llena de huecos y el pavimento casi desaparecido, que te impide superar los 20 km por hora. Salvo los cruces de montañas, las carreteras son tramos rectos largos que discurren a lo largo de las tierras desérticas de este país.

La conducción tiene dos formas: una en la ciudad y otra en la carretera. Lo primero que uno se sorprende en la ciudad es que conducen sin respetar la línea divisoria. Para ellos parece que esa línea no existiese y van por la mitad de la calle sin ninguna preocupación. Nunca usan las luces de giro, parece que fueran solo de decoración y hacen los giros intempestivamente sea para la izquierda o derecha y uno que otro como si nada la vuelta en U. Para completar el panorama la mayoría de los semáforos son intermitentes no importa la luz en que se encuentren y además no hay flecha para cruce a la izquierda, pero tanto los que van como los que vienen hacen el cruce, lo que por supuesto crea un caos.

En la carretera, la situación es diferente porque usan el carril derecho para transitar y el izquierdo para pasar con un límite de velocidad máximo de 110 km. Es notoria la cantidad de camiones que se encuentran en un tramo de 4 o 5 km no es extraño pasar entre 20 a 25. De hecho, en la frontera con Turquía esperando la aduana encontramos una fila de no menos de 4 km de camiones.

A pesar que este país tiene grandes yacimientos de petróleo y gas no hay muchas estaciones de servicio a lo largo del camino. Pueden pasar 60 u 80 km para encontrar una. Hay estaciones exclusivamente para gas, otras para gasolina, otras para diésel y algunas mezcladas. El sistema para repostar combustible es a través de una tarjeta que la adquieren los nacionales, para los extranjeros las tienen en la estación de servicio los encargados, aunque no siempre. El precio del combustible varía para nacionales y extranjeros, mientras que para los iraníes vale 300 rial el litro de diésel (8 centavos de dólar) para los extranjeros cuesta el doble. Aun así, es supremamente barato.

En los peajes la gran mayoría de las veces al ver que éramos extranjeros con una gran sonrisa y el consabido “welcome to Iran” nos dejaban pasar sin cobrar. En las tres o cuatro veces que nos pararon en un retén de policía fueron muy amables y en lugar de pedir papeles personales o del vehículo terminábamos hablando de Shakira, James, Messi o Ronaldo.

La guía del GPS en Irán es muy particular: no te habla nada, cuando después de varios intentos tienes la suerte que te marque la ruta, debes seguir el puntito azul para saber dónde estás e ir dirigiendo tú el camino. Así que regresamos al pasado ayudándonos de mapas físicos, señalización en la carretera y la más antigua forma para no perderse: preguntando.

 

Un comentario:

  1. Cuando están de regreso a D R

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