La belleza de la naturaleza en Colombia te desborda, te sobrecoge, te abraza, te empequeñece, te dimensiona como ser humano. Las condiciones naturales únicas que le da al país la triple cadena de los Andes, fragmenta el territorio y genera en muchos puntos un espectáculo visual inagotable.
Pasar por el Cañón del Chicamocha donde casi no alcanzas a ver el río del mismo nombre, porque está a más de un kilómetro de profundidad, es un ejercicio de belleza sin igual, donde la naturaleza agreste y en toda su expresión te acompañan por más de 200 km.; la famosa carretera de la línea entre Cajamarca y Calarcá logra con su serpenteante diseño a 3.250 metros de altura sacarnos más de un avemaría por si acaso, mientras no paramos de sorprendernos por el espectáculo que nos ofrecen estas imponentes montañas.
Hemos recorrido muchos pueblos del país, donde la construcción, casi nos atreveríamos a decir que un 80%, no tiene orden ni planificación: la hace cada uno con lo que pueda, donde pueda y cómo pueda; adobe, bloc de cemento, techos de zinc, lámina de asbesto y un mínimo con teja, guadua o bambú especialmente en la zona cafetera y hasta Nariño donde utilizan este material en cercas, casas, techos, parales, salones comunitarios y muebles. No son pueblos precisamente bonitos porque además de mostrar su pobreza usualmente le adicionan el desorden. Pero así como hay cientos de estos igualmente tenemos muchos que tienen una personalidad que junto a su arquitectura los hace muy hermosos: Barichara tiene unos colores que producen placidez y el camino real de Lengerke que lo une a Guane, su hermano pequeño, hacen una caminata fácil y muy agradable; Villa de Leyva con su imponente plaza principal, el perfecto estado de conservación de sus edificios coloniales y la naturaleza que la rodea es sencillamente hermoso; Ráquira es una joya de artesanía en si misma y para donde se mire; La arquitectura es el mayor atractivo de Girón; Socorro tiene una historia que sabe a independencia; Popayán con su blancura única y su tradición que enamora; igualmente conocemos San José de Antioquia pueblo colonial por excelencia, Guatapé con su colorido y sus esculturas o Jardín con su plaza principal dándote la bienvenida paisa.
Llegamos al eje cafetero, que por su cultura y su paisaje desde el 2011 ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, un parador de la carretera entre Armenia y Pereira donde teníamos como anfitriones a mi querido hermano y su gran amigo Pinocho y desde ese momento hicimos con esos maravillosos guías un recorrido por los sitios más bonitos de la zona. Al día siguiente, para empezar un desayuno con las mejores arepas que hemos probado y eso quiere decir mucho porque no hemos parado de degustar cuánta arepa ha aparecido desde Cartagena; ya casi tenemos el título de Catadores Oficiales de Arepas Colombianas!
Empezamos a recorrer el “Camino del Quindio” por donde pasó Simón Bolívar y quien mandó repararlo y ampliarlo después de salir del proceso independentista desde Perú; la flora y fauna de esta zona también tuvieron como visitantes a los científicos Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland; la imprenta y los derechos del hombre fueron llevados por este camino por Don Antonio Nariño al sur del país y ahora nosotros los viajeros del camino lo recorremos y escribimos sobre él.
Es hermoso estar en estos pueblos que enamoran por su bella arquitectura, su colorido, su clima, su gastronomía, su tranquilidad y sus maravillosos paisajes. Circasia pueblo autóctono cafetero, Santa Rosa donde degustamos los famosos chorizos, Filandia cuna de la tribu indígena de los Quimbayas con sus construcciones reflejo de la colonización antioqueña, la Villa de Nueva Salento el municipio más antiguo del departamento verde de Colombia y la cuna del árbol Nacional: “ La Palma de cera”. Así que aprovechamos y fuimos hasta El Valle del Cocora.
Encontrar palmas en un valle ya es un poco extraño y si es la palma más espigada y alta del planeta, hasta 60 metros, aún más y si es la casa del alma de una hermosa princesa quimbaya llamada “estrella de agua“ y si además observas entre la neblina una mezcla de franjas verdes pintando las montañas hacia donde mires , descubres que te encuentras en un sitio que ha movido tu sensibilidad y te despierta una pasión profunda por la naturaleza.
Encontramos sitios interesantes sin infraestructura o con una muy rudimentaria cómo es el caso del volcán del Totumo que es un cono volcánico lleno de lodo, ubicado en la Región Caribe y adonde llegamos a conocer y también a probar el famoso baño lleno de propiedades ya que según el análisis que se le ha realizado tiene magnesio, calcio, sulfuro, sílice, hierro y fosfato, así que esperamos la noche que se hubieran ido los turistas que había y subimos la rústica escalera y nos metimos en un barro negro pesado que te impide hundirte aunque quieras y mejor que así sea porque dicen que tiene una profundidad de más de 2500 metros!
Definitivamente la topografía de Colombia es de una gran diversidad: es el único país de Suramérica que tiene costa pacífica y atlántica, trilogía de la cadena de los andes que le dan una forma muy especial de montañas, macizos, llanuras, depresiones, serranías y por otro lado las playas, los nevados, la selva, los desiertos y sabanas, que hacen que esa naturaleza te sobrepase, te invada, te recree los ojos y el alma.