La grandeza del pueblo ruso

Venir a Rusia y no hablar de la guerra sería no darles a los rusos, que aunque jamás leerán este escrito, el reconocimiento a su valor y entrega en la Gran Guerra Patria que cambió el destino del mundo.

San Petersburgo en ese momento llamado Leningrado es la cuna de la revolución, la tierra de Lenin, de los Bolcheviques, y los nazis quieren su control, el del Báltico, el de Moscú y el Cáucaso para apoderarse del petróleo; su meta es aniquilar toda la población de la Unión Soviética porque además quieren el granero de Ucrania.

Ubiquémonos en la historia: año 1941, Stalin máximo jefe de Rusia, creyendo y respetando el pacto de no agresión con Hitler, a tal punto que desoyó a todos los que le dijeron que los iban a invadir; además acababa de hacer una purga para apoderarse de todo el poder y controlar el ejército con su gente leal pero poco preparada para enfrentar ese enemigo.

Los nazis se acercan a Leningrado, una ciudad de tres millones de habitantes, con la orden de sitiarla, acción que realizan a partir del 15 de septiembre cuando la ciudadanía fue completamente cercada iniciándose un crimen histórico de proporciones inimaginables.

El objetivo es hacer que la ciudad muera de inanición y a partir de ese momento y durante 900 días aplican toda la crueldad y violencia sobre sus habitantes. La comunicación ferroviaria desaparece completamente, las granadas de artillería caen tres veces al día dentro de la ciudad, la comunicación por tierra está totalmente bloqueada, se cortan las líneas de abastecimiento, los sitios de comida son bombardeados, se cortan suministros de electricidad y calefacción con temperaturas en invierno de 30 y 40 grados bajo cero, no hay combustible, el transporte público no existe, las fábricas cierran, los animales desparecen totalmente, los muertos hay que enterrarlos en fosas comunes porque la madera se necesita para calentarse, la madera también se acaba y para no morir congelados terminan quemando la biblioteca de su amada capital cultural con 200 años de antigüedad. En algún momento se logra hacer un Camino de la Vida que fue construido a través del lago Ládoga, siendo un pobre esfuerzo para una ciudad donde la población consumía el 10 % de las calorías indispensables, y morían a millares por desnutrición, se calcula que 40,000 personas diarias.

Pero la gente de Leningrado siente su alma y decide alimentarla para sobrevivir, la cultura no puede parar. El arte debe seguir, es su derecho a la libertad, los artistas de todas las expresiones culturales siguen produciendo e interpretando sus obras hasta morir, las escuelas, museos, centros de arte abren siempre sus puertas y así día a día en medio de esta guerra se revive el alma de una ciudad atormentada y moribunda, con una resistencia heroica, con hambre de vivir en medio de la desesperación.

Y cuando las fuerzas físicas y espirituales están acabándose aparece Dmitri Shostakóvich con su pieza de 80 minutos La Sinfonía n.º 7, para que el 9 de agosto de 1942, durante el peor momento del cerco a la ciudad y contra todos los intentos de ataque al teatro, la Orquesta Filarmónica en Leningrado, con sus músicos casi muriendo, hagan su extraordinaria interpretación, que se transmitirá por radio a todos los frentes, a todos los rincones, que desbordará la dignidad que tiene este pueblo adentro en su espíritu y que hará que esta obra se convierta en el símbolo musical de la lucha del pueblo soviético contra el fascismo.

Finalmente se logra vencer el bloqueo alemán a través de la operación Centella y entra el primer tren con provisiones 3 años después, 900 días de resistencia heroica donde la fraternidad fue la salida para impedir la degradación humana.

La gente sale a las calles con todo el dolor, la fuerza, el heroísmo, los soldados toman sus estandartes, sobrevivió al cerco la capacidad de la humanidad para encontrar y alimentar su alma, para superar lo inimaginable con un sentido profundo de la dignidad. Los datos de los civiles muertos van desde 700,000 hasta dos millones, la mayoría de frío y hambre.

Esta tragedia vivida y experimentada por numerosas personas al mismo tiempo, generó tras la guerra un movimiento social que permitió el reconocimiento jurídico de la Dignidad Humana con la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, donde la dignidad no es una cualidad otorgada por nadie, sino consustancial al ser humano, a quien se le debe respetar todos sus derechos y libertades.

Leningrado recibió el título de Ciudad Heroica en 1945, coincidiendo con el final de la II guerra mundial,  muy bien llamada por el pueblo ruso: La Gran Guerra Patria.

10 comentarios:

  1. Tremenda historia. Mi viejo nos la relato cuando camninabamos por esas calles…

  2. Margot de Hernandez

    Muy interesante y un buen apredisage toda este caminar por el Mundo
    De verdant verdad los felicitous Gracias Disfruto mucho los escritos

  3. Gracias mil por tomarte el trabajo de compartir con todos nosotros. Felipe y yo ya tenemos en nuestra lista de pendientes visitar Rusia. Sigue escribiendo por favor, este capítulo Ruso esta fabuloso. Un abrazo

  4. Increíble la capacidad de resistencia a la adversidad de los rusos!…
    Que buena sintesis de la impactante historia de la Gran Guerra Patria!…
    Gracias … me encanto.
    Amr

  5. Es increíble toda esa tragedia de la humanidad y nosotros ni aun en las cuentas.!!
    Cada día conocemos mas gracias a ti..!! Besos

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