Valle de Ihlara

Aquella mañana, igual que muchas otras estábamos listos para coger carretera saliendo del lago Van hacia las playas del sur, cuando la copilota da una revisión a sus notas y se encuentra con que tiene en el mapa un resaltado del Valle de Ihlara que está a unos pocos kilómetros. Así que inmediatamente el piloto giró el timón y nos fuimos a encontrar un sendero de 14 km considerado entre los más bellos del mundo.

Llegamos a Ihlara un pueblito de muy pocos habitantes y mi relacionista público particular, se acercó al único restaurante del pueblo junto al río y una vez más habló con el primer hombre que salió, se rieron, comentaron, almorzamos y sorpresa: el muchacho camarero, ya íntimo de Carlos sería nuestro guía y nos llevaría en el carro de un amigo hasta el pueblo vecino -Semine- donde se inicia la caminata.

Cada paso que uno da en el valle es un descubrir, un sorprenderse con la belleza de este cañón con paredes verticales de más de 100 metros de altura que en algunos tramos abrazan el cauce del río Melendiz.

Nos transportamos en cada ruina que veíamos al siglo II, sintiéndonos cristianos escapando de los romanos y encontrando los sitios para poder construir en esas paredes del cañón nuestras ermitas, monasterios y casas.

En la mitad del camino aparece Belisirma, que su traducción debería ser bellísima, porque en un brazo del río han hecho muchísimos pequeños kioskos como cafés y restaurantes, decorados con sus alfombras y confortables cojines, metidos dentro de esa hermosa vegetación que da una sombra natural, donde hasta los niños juguetean en la frescura del agua con la facilidad de la poca profundidad.

A lo largo del camino se cree que hay más de cien iglesias, llenas de arte rupestre y coloridos frescos con imágenes y pasajes religiosos, ocultas en las rocas a unas alturas que muestran el estado físico que debieron tener los monjes que no solo las construyeron, sino que subían entre 150 y 400 escalones diarios para la oración; por algo se le llama al sendero el “Cañón de las Iglesias”.

Confesamos que subimos solo a dos, siguiendo los consejos de nuestro camarero guía quien concluyó que todas las demás eran muy parecidas. Una de ellas fue especialmente escogida, en honor a mi hermano Jorge. La imagen del santo lo presenta a caballo venciendo un dragón. Por cierto, antes de estar en los viajes por estos países no sabíamos que era tan famoso, ni tan protector de tantos sitios, así que nos ha llamado la atención su historia y aprovechamos para contarles algunos datos de Jorge de Capadocia, soldado romano, mártir y santo: cristiano, ortodoxo y musulmán. Patrón de nada menos que de 17 países entre ellos Alemania, Inglaterra y Rusia. Llegó a Occidente como pionero de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones, ya que Jorge mató al Dragón que devoraría la princesa en la fuente de agua donde vivía y todos los habitantes de Beirut, donde se supone fue el encuentro, en agradecimiento dejaron el paganismo y se convirtieron al cristianismo. ¿Que tal la historia de nuestro santo?

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Por estos lados nos quedó pendiente darnos un festín de exquisiteces culinarias en Gaziantep considerada la ciudad gastronómica de Turquía, ir al lugar de peregrinación de Sanhurfa donde estuvieron Job y Abraham y recorrer el sendero que sigue los pasos del profeta, recorrer el círculo de megalitos neolíticos del 9500 a.c. de Gobelki Tepe con sus jeroglíficos que son considerados la base de las lenguas escritas, pero debido a la proximidad de la frontera con Siria no se nos permitió el paso a estos lugares. ¡Volveremos Turquía!


 

 

2 comentarios:

  1. Abrazos y besos a los dos, gracias por recordarnos en esos sitios tan espectaculares,

    JG

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