La Huaca del Sol y la Luna

Dos mil años después de los egipcios, al norte del Perú, en una árida región costera, se formó un pueblo tenaz y organizado políticamente que construyó dos deslumbrantes pirámides de más de 40 metros de altura que sirvieron de centros políticos, religiosos y de vivienda para la clase alta de la cultura Moche entre los siglos I y VIII.

Eran los mochicas, quienes nos dejaron estas huacas mostrándonos el poderío de su cultura en la ingeniería de canales para regar sus cultivos en medio del desierto y en su forma de construir palacios y templos. Se han encontrado nueve ciudadelas, muchas de ellas sin excavar, con paredes de un metro de grosor y una sola puerta de acceso, para tener el control de quien entraba y quien salía. Cada complejo se iba construyendo poco a poco, de una manera muy particular: cuando el original tenía más o menos 80 años de su inicio, se sellaba la entrada a la ciudadela anterior y se iniciaba la construcción de una nueva, con sus talleres, barrios de trabajadores, palacios, templos de ceremonias, acueductos y pozos de agua; respondiendo a un sistema de construcción tipo cebolla, es decir, por capas que se iban abriendo.

El adobe utilizado en la construcción era fabricado por industrias familiares que tenían su propio logo y lo colocaban en los bloques, lo que hace suponer que cada familia recibía algún tipo de recompensa según la cantidad que produjeran.

Es emocionante ver los detalles que se fueron tallando en barro en algunas murallas y paredes, que aún conservan sus colores rojizo, negro y tonalidades de gris. Los animales domesticados que aparecen en sus dibujos eran la llama y algunas alpacas de las que aprovechaban la lana, la carne y servían como medio de transporte. También el  sacrificio ritual mochica de prisioneros aparece representado en relieves pintados en las huacas.

La plaza ceremonial, con un 70 por ciento de restauración manteniendo los patrones originales de la estructura, era donde se realizaban los sacrificios  humanos, los rituales, principalmente se ofrecían las mujeres vírgenes a la luna, su dios mayor y a los dioses secundarios como el sol, las montañas y las fuentes de agua. Es decir, el que entraba a esa plaza no sabía si iba a volver a salir y nosotros aunque teníamos la certeza de rápidamente estar afuera si sentíamos un ambiente denso y una energía apagada en cada paso que dábamos.

La Huaca del sol fue un conjunto especialmente religioso aunque también incluía los talleres artesanales y las habitaciones del gobierno teocrático, manteniendo siempre una estructura jerárquica. El pueblo habitaba en los alrededores del conjunto con actividades domésticas, fabricación de adobe y la agricultura en el valle, donde estaba el agua traída a través de muchos canales por cientos de kilómetros desde la sierra; canales, que hoy todavía siguen utilizándose mostrándonos que eran verdaderos ingenieros hidráulicos.

En el cementerio y la plataforma funeral se encontraron 44 tumbas que seguramente eran parte de los grandes reyes por su contenido; eran fardos enormes con el cuerpo del difunto colocado en posición fetal, rodeado de su familia cercana y todos sus ornamentos, ya que eran grandes orfebres. La edad de mortalidad en los entierros de grandes señores ha sido establecida entre los 35 y 45 años. Se cree que pasadas 4 o 5 generaciones al llenarse de tumbas este espacio, era el que indicaba que debería iniciarse otra ciudadela y la que se estaba cerrando sería dejada solamente como mausoleo real.

Durante 30 años fueron azotados por lluvias intensas e interminables del fenómeno meteorológico conocido como El Niño: “una corriente oceánica cálida que impide el afloramiento de las aguas más frías de la corriente de Humboldt, lo que favorece la evaporación del agua marina, que luego cae en forma de precipitaciones torrenciales.”

Al durar esta situación tanto tiempo, empezó a darse un cambio interno en la sociedad moche, poco a poco se alejaron de la religión porque al no poder calmar las lluvias con sus rituales y sacrificios, se generó la pérdida de fe, se culpaba a los gobernantes de la situación en que murieron cientos de moches de hambruna por la falta de agricultura y posteriormente de la pesca. Fue así como la cultura Mochica no desapareció solo se disminuyó y desintegró y se fue poco a poco uniendo a la cultura Chimú dando origen a la gran ciudadela de Chan Chan.

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