<a href=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/image1-1.jpg”><img class=”aligncenter wp-image-1891″ src=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/image1-1-500×730.jpg” alt=”” width=”340″ height=”496″ /></a>
Llegar a Gdansk y recorrer la orilla del Motlawa con sus edificios históricos, con la mezcolanza arquitectónica de sus calles, con su energía que se siente en cada paso que damos, nos lleva poco a poco a caer rendidos ante su belleza.
Esta ciudad no es solo el primer puerto de Polonia, el punto estratégico para el comercio del Mar Báltico, es también el detonante de la II Guerra Mundial, el lugar donde el comunismo dejó paso a las democracias gracias a la fundación del sindicato Solidaridad y sobretodo es la huella arquitectónica de alemanes, polacos, flamencos, hebreos, escoceses y holandeses.
La ruta real es un tesoro, por la que en el siglo XV se hacían multitudinarios desfiles para darle la bienvenida a los reyes, es el camino que discurre a lo largo del casco histórico y permite descubrir la Basílica de Santa María considerada la mayor iglesia del mundo hecha con ladrillos.
En 1923, el 85% de la población eran alemanes y solo el 15% polaco, al finalizar la guerra la ciudad se repobló con ciudadanos de Polonia y todos los nombres alemanes de calles, edificios, distritos, se cambiaron a nombres polacos.
A medida que entendemos la guerra descubrimos que el hambre y la sed han sido grandes aliados para ganarla. Así se vivió en Westerplatte, en Gdanzk, sitio considerado como la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, cuando 200 soldados polacos lograron detener al poderoso ejército alemán durante una semana hasta que no pudieron aguantar más sin provisiones y con bombardeos permanentes y alzaron la bandera blanca; rendición que les mereció que los soldados nazis les rindieran honor ante su heroica hazaña, aunque la suerte ya estaba prácticamente echada y Polonia desparecería del mapa.
<a href=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/Watterplate2.jpg”><img class=”aligncenter size-medium wp-image-1878″ src=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/Watterplate2-500×375.jpg” alt=”” width=”500″ height=”375″ /></a>
Visitar este sitio e imaginar por instantes, en este silencio que hoy es un parque, las bombas cayendo y el intenso fuego de 1500 hombres contra la buena guarnición polaca, que tenían para luchar además de sus armas, su honor y valor, es escalofriante por decir lo menos. Cada piedra de este búnker, hoy la gran mayoría cubiertas de musgo, guarda en su memoria esos 7 heroicos días en que todos sabían que Westerplatte caería, pero lo haría dejando un sabor de una amarga victoria para los oficiales alemanes.
<a href=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/Watterplate.jpg”><img class=”aligncenter size-medium wp-image-1879″ src=”https://viajerosdelcamino.com/wp-content/uploads/2018/08/Watterplate-500×375.jpg” alt=”” width=”500″ height=”375″ /></a>
Hoy, el monumento es el símbolo de valentía, honor, responsabilidad y heroísmo pero también de dolor, sufrimiento, incertidumbre y persistencia de los soldados polacos durante la II guerra mundial.
Aterrador,,, y escalofriante… El lugar guarda esa energia dolorosa… incomprensibles los actos cometidos por el ser humano….