Sofía y Rila

Para ir a Bulgaria seguimos nuestro corazón, no tanto la ruta, ni el mapa. El abuelo materno de nuestra nieta es búlgaro, así que los sentimientos de familia nos impulsaron a llegar allí y compartir una semana maravillosa los cuatro abuelos en el disfrute de la inteligencia, la expresividad y el amor total presentes en nuestra niña de casi 8 años.

Entramos por la frontera de Turquía y camino a Sofía. Bulgaria nos recibió entre campos de girasoles con un sol de atardecer, naranja incandescente, tan cercano, que parecía que podíamos alcanzarlo, mucho antes que se escondiera atrás de aquellas montañas grises que se lo robaron, dejándonos el espectáculo de un cielo rojo, horizontal, sin destellos y apacible.

Sofía, tiene algo, nos sedujo a primera vista. Es de esas ciudades que no tienen una hermosa arquitectura, sino más bien gran cantidad de edificios iguales de épocas comunistas, pero que te agarra; porque es acogedora: sus restaurantes, sus cafés, sus tiendas, sus jardines, sus casas, su silencio, su limpieza. Comimos delicioso con un vino búlgaro de lo mejor y por supuesto un postre con Yogur.

El corazón de Sofía tiene el patrimonio particular de contar con 4 iglesias en el boulevard del centro: La impresionante catedral ortodoxa en honor a los rusos caídos por la liberación de Bulgaria del imperio turco, la iglesia rusa dedicada a San Nicolás, una pequeña iglesia católica de ladrillo en honor a San Jorge y la mezquita Banya Bashi, mostrándonos una fusión de costumbres y arquitectura eslavas, mediterráneas y turcas.

El país sorprende con datos muy interesantes y diferentes:

Son inventores del alfabeto cirílico (Siglo X, Cirilo y Metodio), lo inventaron para traducir la biblia a los pueblos eslavos, o sea que ellos no hablan ruso, al contrario, los rusos utilizan su alfabeto.

Es el único país del mundo donde se mueve la cabeza al contrario para decir SI (movimiento lateral) o NO (movimiento de arriba a abajo). Difícil acostumbrarse a que cuando dicen si, lo que están diciendo es no. Existe una leyenda que tiene que ver con el cambio de religión que les exigían los turcos de manera violenta. Si respondían que NO al preguntarles, un cuchillo atravesaba su garganta, entonces ellos decían SI con el movimiento de la cabeza para que no los mataran, pero no pronunciaban palabra y en su corazón la respuesta siempre era no. Así se libraban de la muerte y mantenían sus creencias religiosas.

Tienen la costumbre cuando la primavera se acerca de colgar pedazos de hilo o tela rojo y blanco (Martenitsas) en los árboles con el agüero de tener salud todo el año.

Prepare cada uno una buena foto, porque cuando alguien se muere ponen su fotografía en la puerta de su casa y esto lo repiten cada aniversario. Así que puedes encontrarte en una puerta tres o cuatro fotografías dependiendo del número de muertos de la familia.

Los gitanos son un grupo étnico muy grande (alrededor de un millón) que vive en Bulgaria, de los cuales trescientos mil en Sofia, donde hay barrios exclusivos para ellos y son ayudados por el gobierno. Preguntamos para ir a conocer, pero nos recomendaron no hacerlo por seguridad.

La verdad que viajando se encuentra uno con unas historias especiales o mejor, con unos personajes que hacen historias especiales. Éste es uno de esos: el Monasterio de Rila es un excepcional conjunto artístico que salió de un árbol, si, así como lo oyen, de un árbol. Un ermitaño, Iván Rilski, como tantos otros buscando su paz interior y caminando por aquellos bosques por allá en el siglo X, vio un árbol espectacular y decidió tallar dentro de él un hueco en forma de ataúd donde viviría. Seguramente su idea fue tan extraña, que otros tantos ermitaños, decidieron seguirlo y vivir con él y como él, aunque me imagino que por comodidad no todos en el árbol. Cuando Iván murió, primero fue canonizado por la iglesia ortodoxa por su vida de sacrificio y oración, luego, los amigos decidieron en el árbol hacer una capilla, posteriormente crear una orden y finalmente hacer un monasterio con unos frescos realmente espectaculares.

Además de este símbolo de la identidad cultural de Bulgaria, en las montañas de Rila nos encontramos con un fenómeno natural único: “Las lágrimas del sol”. Si alguna vez nuestro astro no brilló sino estuvo triste y lloroso, fue aquí donde vino a desahogarse y con cada una de sus lágrimas creó un verdadero espectáculo: siete lagos con poderes hipnóticos, con colores en la gama del terracota, verde y azul, metidos dentro de majestuosas montañas, con más de 600 fuentes de agua mineral y campos de lodo a los que se les atribuyen propiedades curativas.

A medida que vamos subiendo los 2535 mts. hasta llegar al último de los Siete Lagos de Rila, vamos sintiendo un magnético encanto, un estado de hechizo y una sobrecarga de energías positivas, seguramente transmitidas por las lágrimas del astro sol y el estado contemplativo que producen estas aguas en una región que se ha considerado a través del tiempo y gracias a sus leyendas uno de los sitios sagrados de la naturaleza.

No hay mucho más que decir, las imágenes del video que acompaña este post, nos transportarán a consolar a nuestro astro Sol.

 

 

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