Persepolis

al vez decir sobrecogedor, impactante, y muchos otros calificativos, sea poco para expresar ese sentimiento no reconocido de miles de años de historia, cuando nos encontramos con columnas de ​h​asta 20 metros y medio de alto y caminamos por donde una vez hace solo 2300 años Darío el grande recorría su palacio.

Toros sagrados con alas de águila daban cada fin de año la bienvenida a las 28 delegaciones de provincias (Satrapías) inmortalizadas en las paredes de piedra tallada en las entradas de los salones de reunión.

Imaginar las puertas y techos de madera de cedro de 14 mts de alto con decoraciones de oro y plata no puede menos que transportar a un sueño al mejor carpintero colombo-dominicano.

No recorrimos las 13 hectáreas que incluían todo el complejo de los 11 palacios pero si ​caminamos las 3 terrazas​,​ imaginando a las 10​,​000 personas hablando sobre sus experiencias del año que estaba terminando, y compartiendo el vino, la cerveza, los manjares de carne, frutas, vegetales y semillas, todos regalos traídos a su rey.

El acueducto nos deja impresionados : en las montañas a 40 km construyeron una presa y desde allí llevaban el agua a Persépolis en tubería de cerámica por gravedad y además las aguas residuales eran tratadas y utilizadas para regadío de las plantaciones de los campesinos.

Increíble que tuvieran duchas de cerámica y sobretodo sanitarios de “trono” ( una gran diferencia al turco).

Pero más sorprendente aún, es que tuvieran sistema de seguridad socia​l​ para todos los trabajadores durante los los 120 años que dur​ó​ su construcción y que las mujeres tuvieran 6 meses de licencia de maternidad. La partecita que no cuadra mucho es que si nacía un hijo hombre se pagaba el doble del sueldo pero si era mujer se pagaba el sueldo igual.

No fue ningún fenómeno de la naturaleza que acabó con ​l​a ciudad ya que las bases de las columnas estaban hechas contra terremotos. Fue Alejandro Magno que en su conquista de Persia llegó a este tesoro de ciudad y al ritmo de la borrachera del festejo, preguntó a sus consejeros que debía hacer y le aconsejaron quemarla en venganza por lo que años antes habían hecho con la Acrópolis en Grecia los persas.

Persépolis era tan especial que gran parte logró sobrevivir y hoy podemos disfrutarla y recordar a Darío su creador, quien dejó bajo tierra dos cajones con 2 hojas​,​ una de oro y otra de plata en las que se lee:

“Yo soy Darío el rey de los Aquim​é​nidas, este es mi país que limita al oeste con Egipto, al este con India, al sur con Arabia Saudita y al norte con el río Danubio”.

Un comentario:

  1. Espectacular…

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