San Petersburgo

Recordemos que la historia de Rusia está ligada a dos dinastías: la de los Rúrika (862-1610) que lucha sin descanso contra los mongoles, llamados Tártaros y se dedican (especialmente Iván el Terrible) a conquistar territorios en el lado asiático, juntando un montón de pueblos para formar un país y la de los Romanov (1613-1917) que convierte a ese país, en un Imperio.

Pedro I Alekséievich o Pedro I de Rusia o como es más conocido Pedro el Grande, pertenece a la Dinastía Románov y no podríamos hablar de San Petersburgo sin saber quién fue este hombre que ensancha la imaginación de los rusos, los hace creer y sentirse grandes y les mete en la cabeza un proyecto colosal, haciendo que su reinado sea uno de los mejores momentos en toda la historia de Rusia.

La naturaleza humana y las oportunidades de la vida, no paran de sorprendernos cuando conocemos una vida como la de Pedro, un ser humano que llega a ser el visionario de la historia Europea de Rusia, a conseguir amor, grandeza y una vida espléndida. Elegido  a los 10 años para convertirse en zar pasó su niñez en medio del libertinaje, formando parte y divirtiéndose, en lo que hoy sería una pandilla, gente en quien confiar, que luego se convertiría en su guardia personal, frecuentando  el barrio de extranjeros de Moscú , donde empezó a entender los cambios de Europa, que más tarde copiaría enviando un gran grupo de sus amigos a diferentes países y él mismo viajando durante tres años de incógnito (mientras Rusia era manejada por su mejor amigo) para absorber todo el conocimiento y aprender de las diferentes disciplinas ( hasta muelas sacó ) para convertir  Rusia en un país euro asiático.

Para Pedro su principal desafío era lograr el control de los puertos, ya que ellos tenían los ríos pero necesitaban un punto importante que les diera la salida al Báltico o al Mar Negro. Así que decide enfrentarse a los suecos y los derrota gracias a su sacrílega acción de tomar el  hierro de las campanas para fabricar cañones y allí mismo en 1703, construye una de las ciudades más bellas del mundo que en honor del apóstol Pedro, santo patrón del zar, lo llamará San Petersburgo.

La construye sobre un pantano, sobre una serie de canales, con todos los profesionales posibles que trae de Europa, mientras él como residente de obra desde una casa de madera sencilla, supervisa como se va formando esta ciudad monumental que a lo largo de la historia tendrá  diferentes nombres iniciando como una ciudad sagrada, siguiendo con Petrograd la ciudad de Pedro, con los bolcheviques será Leningrado durante todo el siglo XX, para finalmente volver a su nombre santo.

San Petersburgo fue construyéndose poco a poco con el aporte de todos los zares, empezando por  una de las joyas del mundo: el palacio de Peterhof con sus terrazas, fuentes, tableros de ajedrez por donde rueda majestuosa el agua, figuras doradas en jardines y bosques alucinantes. Cuanto dolor recibió el pueblo ruso cuando en la segunda  guerra mundial fue completamente destruido y sólo con la dedicación de todos los habitantes que fueron recogiendo uno a uno durante 25 años los pedazos grandes y pequeños regados por toda la ciudad, pudo finalmente ser reconstruido con el mismo material con que fue construido. Solo les faltó durante algún tiempo la estatua de Neptuno que los alemanes en su afán de conquistadores se llevaron y que fue encontrada cuando los rusos tomaron Berlín dentro de una caja y traída nuevamente a su hogar.

La iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada o Iglesia de la Resurrección de Cristo  es la iglesia ortodoxa más importante de Rusia, fue construida durante más de 20 años, sobre el lugar donde el zar Alejandro II de Rusia fue asesinado, de ahí su nombre. Es realmente magnífica, está cubierta, por dentro y por fuera, con más de 7,000 metros cuadrados de mosaicos la mayoría con escenas bíblicas, diseñados y decorados especialmente por importantes artistas rusos.

El Palacio de invierno de los zares, a orilla del rio Neva, donde Catalina la Grande, la primera mujer que gobernó Rusia, la nieta de Pedro el Grande, no solo continuó su obra, sino la completó en áreas como la cultura y el arte, iniciando con la  compra de una colección de 225 cuadros de pintura holandesa y flamenca y decorando el palacio con todo tipo de obras, por ejemplo, solo el comedor estaba adornado con 92 cuadros. Para completar su museo encargó a los diplomáticos rusos en Europa comprar todo tipo de objetos, cuadros, joyas, libros, documentos. Así este hermoso palacio construido por su abuelo se convirtió en El Museo del Hermitage, que hoy cuenta en su colección con más de tres millones de piezas, entre antigüedades romanas y griegas, cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso, joyas o armas y además con la que fue considerada la octava maravilla del mundo el regalo de Federico Guillermo I de Prusia al zar Pedro I el Grande, una joya orgánica, una resina densa, pegajosa y fosilizada, cuyo nombre significa ¨lo que flote en el mar¨, de seis toneladas convertida en una increíble habitación y que había sido diseñada para el palacio de Berlín. Esta Habitación de Ámbar se mantuvo intacta durante la Revolución Rusa y fue en la segunda Guerra Mundial cuando se desbarató y empaquetó en cajas y entre tanto robo y bombardeo se pierde la pista de este tesoro que había durado millones de años en formarse y desaparece definitivamente. En el año 2003, con motivo del 300º aniversario de San Petersburgo, se inauguró una copia de la Cámara de ámbar, convirtiéndola en la habitación más cara del mundo.

El “museo de puentes” que le da a la ciudad su aire romántico, está compuesto por 342 de los cuales 22 son levadizos, permitiendo a medianoche en el verano con música clásica de fondo, no solo la fiesta de todos los que acuden a ver este espectáculo, sino el paso de los grandes barcos mercantes. Además entre las 40 islas y más de 60 ríos hay todo tipo de puentes decorados con estatuas, llamativos faroles, detalles artísticos y dorados llenos de mitos y leyendas.

Retomando a nuestro personaje que nos dejó San Petersburgo, que nos hace cuestionar la educación, la pregunta casi obligada sería : Cómo pudo un hombre que pasa su niñez en una pandilla, que gobierna con sus compañeros de libertinaje y que además casi con seguridad sufría episodios de epilepsia, imaginar, diseñar y construir la Venecia del Báltico y llevar a Rusia a dejar de ser un montón de pueblos y convertirla en un Imperio?

Un comentario:

  1. Admiración a este hombre que construye un imperio, maravilloso

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